3.03.2013

Amigos por el viento.

A veces la vida se comporta como un viento; desordena y arrasa. Algo susurra pero no se le entiende. A su paso todo peligra: hasta lo que tiene raíces. Los edificios por ejemplo. O las costumbres cotidianas.
Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con que vemos. Es decir, los verdaderos ojos. A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie sabe si, alguna vez, regresara la calma.

Liliana Bodoc.

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